Capítulo 9: Bésame sin miedo.

Recojo rápidamente toda la casa. Me doy una ducha rápida y me pongo guapa. En realidad es nuestra primera “cita”, ya que lo de ayer fue totalmente inesperado. Me siento en el sofá a esperarle nerviosa. Cuando miro el reloj ya ha pasado una hora, mientras hacía zapping. Le llamo a ver por qué tarda tanto.

- ¿Diga?

- ¿Dónde estás? Llevo una hora esperándote.

- Pues ahora estoy haciendo la compra, no tenía nada en la nevera. No pensé que te tomaras al pie de la letra lo de pasar el domingo contigo.

- ¿Qué? Eres imbécil, de verdad. Y yo más por estar loquita por ti. – digo mientras me separo el teléfono.

- ¡Annita no cuelgues! Ve a la puerta y ábrela.- me quedo mirando el teléfono como una tonta y miro por la mirilla de la puerta. Y ahí está él. También se ha duchado y se ha cambiado de ropa. Y está con unas flores y una caja de bombones. Abro muy poco la puerta.

- No debería abrirte.

- Vamos, Annita. Me duele que desconfiaras de mí.

- Tardaste una hora.

- Bastante rápido he sido. Me he duchado, me he puesto guapo, he ido a comprarte flores y bombones. Deberías estar más contenta.- dice sonriendo.

- Tan sólo por los bombones voy a dejarte entrar.- abro la puerta del todo y Dani entra. Me da el ramo de flores, me coge por la cintura y me da un beso. Yo se lo devuelvo encantada.

- Me encantan las flores.

- Ya lo sabía, por eso te las compré.

Entramos y Dani se sienta en el sofá mientras yo voy a poner las flores en un jarrón.

- He estado pensando en que fuéramos a comer por ahí, pero me acordé de lo que dijiste sobre Flo.

- Sí, ahora mismo lo mejor es mantenerlo en secreto. Ya veremos qué pasa más adelante.

- Pues menuda mierda no poder contárselo a nadie y tener que actuar como si fuéramos amigos.

- Al menos somos muy amigos y estamos todo el día juntos, eso hará que nadie sospeche si no nos despegamos.

- A ver, imagínate que te doy un beso de amigos, ¿eso vale, no?

- En el cachete sí.

- No, en la boca.

- Obviamente no, Daniel. Yo nunca me daría un beso en la boca de amigos.

- Pues habrá que encontrar otras maneras.

- En tu casa o en la mía.- digo riéndome.

- Bueno, todo sea por ti, Annita. A mí no me mola nada esto de las escondidas, pero si no me queda otro remedio, pues lo haré.

- Es lo mejor, Dani. A mí me encantaría que estuviéramos juntos y que todo el mundo lo supiera, sobre todo las miles de mujeres que se te tiran al cuello…

- Miles.- dice riéndose.

- Ya me entiendes. Pero no quiero complicar las cosas. Simplemente quiero que vayamos viendo cómo va todo. Cuando estemos preparados, lo diremos.

- Está bien. ¿Puedo besarte ya?

- No tienes que preguntarlo.- digo sonriendo y dándole un beso.

Me siento encima de él y seguimos besándonos. Me encanta como huele y la forma en que me besa. Todavía sigo sin creerme que por fin podamos estar así. Llevo tanto tiempo esperándolo. De repente noto sus manos en mi cintura, subiendo mi camiseta y finalmente quitándomela. Nos seguimos besando y yo hago lo mismo con lo suya. Después de un rato me levanto, lo cojo de la mano y lo llevo a mi habitación. Cuando ya estamos tumbados en la cama, suena su móvil en la sala, pero no le hacemos caso. Seguimos besándonos y quitándonos la ropa cuando suena otra vez el teléfono.

- Maldito móvil.

- Déjalo, no creo que sea nada importante.- dice mientras me besa el cuello.

- Será mejor que lo cojas, sino, nos va a estar jodiendo todo el rato.- resignado se levanta y va hacia la sala. Yo espero en la cama intrigada. Viene mirando su teléfono.

- ¿Quién era?

- Nadie importante. Un colega para ver si hacemos algo más tarde. Ya le llamaré luego, voy a apagarlo.

- Si quieres llámalo ahora.

- No, ahora tengo cosas mejores que hacer.- dice riéndose y tumbándose en la cama encima de mí.

Le di la vuelta y me puse yo encima mientras le terminaba de quitar toda la ropa, pero luego nos movió y se puso él encima. Hicimos el amor y fue todavía más especial que el día anterior en el hotel. Y cuando acabamos nos abrazamos y pasamos toda la tarde y toda la noche así, amándonos y abrazándonos, como si no tuviéramos suficiente el uno del otro.