domingo, 12 de mayo de 2013

Capítulo 84: Stay




Llego cabizbaja a plató. Estoy cansada y Dani no me ha contestado a las 10 llamadas que le he hecho. Así que asumo lo que tengo que asumir y decido no hablar del tema. Ni hablarle a él, directamente. No me encuentro a nadie y me encierro en mi camerino. Oigo voces fuera, pero ninguna es la que quiero escuchar. Cansada de mis propios pensamientos voy a la terraza. Está la mayoría del equipo y me distraigo. De repente llega Cris, sola, y se sienta con Moni. Hablan y hablan y hablan y yo las observo detrás de mis gafas de sol. No sé de qué hablan, pero Cris parece enfadad. Quizás sea algo de Dani o cualquier otra cosa. Entra Flo, y se acerca a nosotros.
-          ¿Ha llegado Dani?
-          No, no lo hemos visto.- dice Raúl.
-          No, yo tampoco.- dice Juange.
-          Yo menos.- digo yo. Flo se dirige a Cris y le pregunta. Alcanzo a oír algo como un ‘ni lo sé ni quiero saberlo’ y me preocupo un poco. Miro mi teléfono y veo una llamada perdida suya. Decido bajar a mi camerino para hablar desde ahí. Da tono. Uno… dos…
-          Por fin, pensaba que ya no me contestarías.
-          ¿Qué pasa? ¿Por qué no has llegado? Flo está preguntando como un loco por ti.
-          Estoy en un atasco impresionante. Tuve que ir esta madrugada a León en coche porque mi abuela está ingresada. Estábamos bastantes preocupados pero se va recuperando, así que he vuelto el mismo día, antes de llamar a Flo. Pero con las prisas de llamar a Flo desde el hospital se me calló el móvil al suelo y se me ha roto. Mi madre me ha dejado el suyo y el único número que me sé de memoria es el tuyo.- sonrío sin poder evitarlo.
-          Ah…
-          ¿Puedes pasarme a Flo? llegaré tarde, pero a tiempo para el programa.
-          Vale, espera un segundo.- salgo de mi camerino buscando como una loca a Flo y lo encuentro hablando con Moni y Cris. Mierda. Me acerco.
-          Flo, ¿puedes venir un momento?- me mira y se aleja conmigo, bajando las escaleras.
-          ¿Es Dani?
-          Sí, ahora te explica él mismo lo que le ha pasado.
-          ¿Dani? Tío te estamos esperando… ah…
Le dejo a solas hablando con Dani y vuelvo a la terraza. Todo el mundo sigue a lo suyo menos Cris que no me quita la mirada de encima. Moni baja y ella me llama.
-          Anna ¿puedes sentarte conmigo un momento?
-          Claro, dime.
-          El del teléfono era Dani, ¿verdad?
-          Eh… sí. Tuvo que irse anoche a León, al parecer, porque su abuela está ingresada y se le rompió el móvil en el hospital. Se trajo el de su madre y marcó mi número porque se acordaba bien de cómo era.
-          Ya…
-          Si quieres baja y hablas con él, no creo que haya colgado.
-          No, si está claro con quién quería hablar él, ¿no?
-          No me voy a poner a discutir sobre eso, Cris. No creo que Dani estuviera pensando en ese momento en el hospital con su abuela.
-          Ya. Pues cuando llegues le dices que si me puede dedicar 5 minutos de su tiempo, que necesito hablar con él.- se levanta y se va. Joder… la situación se nos va de las manos. Yo también necesito hablar con él… pero entiendo que quizás lo de ellos es más importante. Bueno, no más importante. Es importante para lo que yo tengo que hablar con él…

Dani llega rápido y justo a tiempo para prepararse y salir en el directo. En publi veo que se va con Cris y suspiro. Ojalá hablen lo que tengan que hablar así pueda hablar yo también con él. Volvemos de publi y Dani se sienta. Ni una mirada, ni una señal… está como ausente la segunda parte del programa y yo… me preocupo. Termina el programa y él sale disparado para su camerino. No le agobio, y me despido del equipo y me voy yo al mío. Oigo voces en el suyo. Sigue hablando con Cris. O discutiendo. Me termino de vestir y me voy. No tiene móvil, pero el de su madre quedó registrado en el mío, así que intentaré llamarle más tarde. Llego a casa de bajón, desanimada y me tiro en el sofá. Miro mi móvil. Nada. Ni una llamada. Decido llamar yo. Mejor un mensaje. ‘Cuando puedas y tengas tiempo llámame, por favor. Necesito hablar contigo. Anna.’ Va. Quizás muy serio. Pero no quiero problemas. Espero y espero y espero y nada. Cuando estoy saliendo de la ducha lo oigo sonar. Voy corriendo a mi sofá y veo que es Raúl… vale.
-          Hola.
-          ¡Hola rubita! ¿Cómo estás? Mira, vente a una cafetería que estamos parte del equipo y así te tomas algo.
-          No tengo muchas ganas.
-          Venga, no me seas así, Annita. Que hasta están Dani y Cris.- venga. Plan perfecto.
-          No, en serio. No me siento muy bien. Nos vemos mañana. Y gracias por acordarte de mí, Rulo.
-          Nada, Annita. Yo siempre me acuerdo de ti. Un beso.
-          Adiós.
Bueno… pues parece que todo se ha arreglado y por eso no me llama. Genial. Siempre lo mismo. Vueltas y más vueltas para regresar al mismo punto. Quizás me lo merezco, por tonta. Debería dar un giro drástico a mi vida. Lo necesito… no se puede ser  más tonta que yo.
Me preparo la cena y me siento en el sofá. Cuando estoy recogiendo llaman a mi puerta. Miro. Tenía que haberlo sabido.
-          ¿Qué quieres?
-          Abre, por favor.- suspiro. Finalmente paso la llave y abro mientras le doy la espalda y voy a la cocina.
-          Acabo de ver tu mensaje.
-          Ya. Podrías haberme llamado. ¿Dónde está Cris?
-          En el bar.
-          Ah… y ¿qué mentira le has dicho?
-          Ninguna. Le he dicho que estaba cansado y que me iba.
-          Ya.
-          Anna, no estoy para aguantar enfados de nadie.
-          Lo siento, ¿cómo está tu abuela?
-          Bien. Me ha llamado mi madre hace una hora y me ha dicho que está mucho mejor, que piensan que estará en unos días ya en casa.
-          Me alegro. ¿Vas a volver a León?
-          No creo, el fin de semana sí, pero estos dos días los pasaré aquí. Si estuviera más grave sería diferente.
-          Vale.
-          ¿De qué querías hablar?
-          Creo que lo sabes.
-          ¿De Cris?
-          No, de nosotros.
-          Ya… por lo de anoche.
-          Ya no sé si es real o un sueño.
-          Te iba a despertar, pero no quería preocuparte.
-          Hubiera ido contigo…
-          No creo que eso hubiera sido una buena idea…
-          Ya. Porque tienes novia.
-          Exacto.
-          O sea, que la sigues teniendo.
-          Mira Anna yo… siento cosas por ti. Cosas demasiado fuertes. Cosas que sé que no sentiré con nadie más. Pero no sé si esto nos llevará a algo. Y sé que con Cris sí pueden llegar a algo.
-          ¿En serio piensas eso?
-          Sí… lo siento. Es lo que siento. Lo siento por anoche, no debí darte ese tipo de ‘esperanzas’ pero no me puedo resistir a ti. Ese es mi problema. Así que creo que lo mejor es que no vuelva a venir por aquí solo.
-          Ya…
-          Adiós Anna.- dice dándome un beso en la mejilla. Yo agacho la cabeza y le oigo marcharse. Pero un último rayo de esperanza me hace hablar.
-          Quédate… por favor…

martes, 5 de febrero de 2013

Capítulo 83: Con las ganas



 
(Muy recomendable escuchar la canción en la última parte del capítulo! ;) )

-          No, es tarde. No te preocupes, nos vemos mañana.
-          Bueno, como quieras. Hasta mañana.
-          Aunque…- me giro y le miro- me podría tomar la última, antes de volver a casa.
-          ¿No has tenido suficiente?-digo riéndome.
-          De ti nunca tengo suficiente, Annita.- dice bajándose del coche. Yo siento que me derrito por dentro y suspiro. Salgo también y vamos hacia mi casa. En el ascensor no decimos nada. Yo estoy muy nerviosa, noto un dolor intenso en el estómago y ganas de escapar. Pero a la vez ganas de saber qué va a pasar. Porque los dos sabemos, en el fondo, que ni yo le he invitado para una última copa ni él ha venido a tomarse la última. Abro la puerta y entramos.
-          ¿Qué te apetece?
-          Cualquier cosa que tengas.- dice mirándome. Yo voy a la cocina y le preparo un ron cola, su favorito. Total, por uno más… se lo llevo y me siento a su lado en el sofá.
-          Cuánto tiempo hacía que no estábamos así, ¿eh?
-          Sí, no te estás portando muy bien conmigo últimamente…- digo quitándome algo inexistente de mis medias.
-          ¿Yo?
-          ¿Vamos a volver a lo mismo?
-          No, pero siempre soy yo el malo.- dice como un niño pequeño. Yo me río y miro al suelo.
-          Eso parece.
-          Lo que pasa es que no me entiendes
-          Eres muuuuy difícil de entender.- digo mirándole por fin.
-          No es verdad.
-          Sí lo es.
-          ¿Y tú, no eres difícil?
-          No tanto como tú.
-          Pues no sé porque es tan difícil que me entiendas.
-          Porque haces cosas que no son lógicas.
-          Para ti.
-          Exacto, para mí.
-          ¿Sabes qué pasa? Que tú te piensas que eres lo más bueno del mundo…
-          No es verdad.
-          … pero muchas cosas te las buscas tú sola. No quieres que pase algo pero haces lo posible para que ocurra.
-          ¿Ves? No entiendo una mierda de lo que hablas.
-          Pues ese es el problema, Simon. Que no nos entendemos…- le miro y me cabreo. Ese no es el problema, pero me quedo callada y miro al suelo. Noto que él sigue mirándome, pero sigo mirando mis zapatos.
-          Bueno, no quiero discutir contigo, no quería subir por eso así que me voy. Está claro que no somos capaces de portarnos como adultos y mantener una conversación normal.
-          Es que no me dices nada, Dani. Sabes lo que me tienes que explicar. Y no lo haces. Simplemente me echas a mí la culpa de algo que yo no he hecho.
-          Porque para mí la tienes.
-          Tú fuiste quién me cambiaste por otra, Dani. No tengas los cojones de decir que fue culpa mía.
-          ¿Quieres que te recuerde lo que hablamos la última vez? Que yo te quería a ti, y que sólo quería estar contigo. Pero contigo encima de mí loca por los celos, esto no iba a ningún sitio. Y te recuerdo que fuiste tú la que no sabía si sería capaz de estar conmigo y no estar celosa. Y te fuiste, y yo he seguido adelante.
-          No esperaste ni una semana.
-          Pero lo estabas deseando, ¿no? Estabas deseando que pasara, para que dijeras ‘Joder, qué cabrón Dani, no sé qué’. Pues ya lo tienes. Puedes decirlo.
-          Eres subnormal.- digo levantándome.
-          Ya…- dice riéndose.
-          ¿Y por esa tontería estás saliendo con ella? ¿Para callarme la boca? ¿Para joderme?
-          No. Porque es una tía genial, que me quiere por lo que soy y no me va preguntando cada dos segundos si he hablado con esta o con la otra.
-          ¿Ah no?- digo sonriendo.
-          Quizás se le vaya un poc…
-          Es que quizás a todas les pase lo mismo, Daniel. Porque quizás no te des cuenta de lo bueno que eres con tus amigas, y cuando estás con una persona tienes que tenerlo en cuenta. Porque duele, duele que quedes con tu novio y él te deje tirada porque ha quedado con una ‘amiga’. Así que si no es para joderme significa que te atrae desde siempre y que, como siempre, yo tenía razón. Tenía razón y razones para estar celosa. Así que sigues quedando como el malo, siento decírtelo.
-          Ya… al final siempre se resume todo a que quedo como el malo…
-          Pues sí.
-          Vale. Pues sigue pensando eso.
-          ¿Te puedo hacer una pregunta?
-          Depende.
-          ¿Puedo o no?
-          Ya veré si la contesto…
-          ¿Estás enamorado de ella?
-          No.- dice tan sinceramente y tan rápido que no me da tiempo ni a digerirlo. Y la pregunta sale sola…
-          ¿Y entonces por qué cojones estás con ella?
-          Porque me gusta. Porque me hace reír. Porque estará todo lo celosa que tú quieras pero no me ahoga. Porque hay momentos que no la aguanto pero otros que me encanta simplemente mirarla.- y eso me duele. Demasiado. Porque se acerca bastante al amor.
-          Ya… perdona por la pregunta. No tendría por qué haberla hecho.
-          Pero nunca la querré como te quiero a ti. Ni nunca me gustará tanto mirarla como me gusta mirarte a ti. Ni sus ojos nunca me dirán tanto como me dicen los tuyos. Y nunca será nada parecido a ti porque simplemente no eres tú…- mis ojos se llena de lágrimas. Las palabras parecen tan ‘fáciles’. Parecen poder arreglarlo todo pero no es así…
-          Nos vemos mañana, ¿vale Anna? Y lo siento, nunca quise hacerte daño. O quizás sí quería darte una lección, pero ahora eso ya da lo mismo. Ha pasado a un segundo plano.- se acerca y me besa la frente. Le miro, me mira. Sonríe, con esa sonrisa de medio lado que me vuelve loca, con sus ojos, que parecen poder leer cualquier pensamiento que pasa por mi mente. Se da media vuelta y va hacia mi puerta, pero yo le agarro del brazo y le obligo a dar media vuelta. Sin pensarlo demasiado, le agarro su cara entre mis manos y le beso. él en seguida me responde y me abraza por la cintura. Siento ganas de reír y de llorar, y lo único que hago es seguir besándole. Lo echaba taaanto de menos… pero tanto… me separo lentamente y le miro.
-          Lo siento.
-          No, no lo sientas. Ya era hora de que dieras tú el primer paso.- dice riéndose y me vuelve a besar. Yo me río dentro del beso y él también y me siento tan bien… hacía tiempo que no me sentía así… me va empujando lentamente hacia mi habitación mientras nuestra ropa va desapareciendo. Lentamente, sin prisa, con una sonrisa, con una caricia, con un escalofrío. Con la humedad de su lengua paseando por mi cuello. Con sus ojos, esos ojos que me vuelven loca. que sonríen. Que parecen no creerse lo que está pasando. Yo tampoco lo creo, por eso no lo pienso. Rodamos por la cama riéndonos, amándonos, como si no hubiera pasado el tiempo. Como si estuviéramos en su casa, o en aquel hotel en las montañas, dónde no existía el tiempo. Dónde sólo estábamos nosotros. Casi llegando al infinito, respirando fuerte, suspirando. Nos miramos a los ojos, vaya si lo echaba de menos…
El sol me molesta en los ojos. Los abro. Recuerdo. Sonrío. Busco con mi mano en el otro lado de la cama. Pero no hay nada. Y por un momento pienso si lo he soñado. Pero no. Ahí está su vaso. Y mi ropa por todas partes. Pero no hay ni rastro de él. Mi despertador empieza a sonar. Los 40. Y suena ‘Con las ganas’ de Zahara. Me acuesto boca arriba y suspiro. Irse así sólo puede significar arrepentimiento. Y yo también me arrepiento. Y mis ojos se llenan de lágrimas mientras siento que la canción no puede ir mejor con este momento ‘Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos’… y el pensar en verle hoy en el trabajo hace que se me venga el mundo encima…