- ¿No vamos a hacer turismo rural?
- ¿Qué dices? Hemos venido a estar el uno con el otro, no a caminar y caminar.
- Anda que no eres poco listo tú ni nada. O sea, que tú pretendes que hagamos lo mismo que en mi casa o en la tuya, pero un hotel, para cambiar de aires.
- Claro.- dice sonriendo.
- Eres tonto.
- Oye, no hay nada mejor que hacer.
- No, si yo sé que para ti, si estamos todo el día en posición horizontal mejor.
- Es la mejor manera de vivir, Annita.- dice acercándose a mí y besándome. Yo le respondo, porque también me encanta estar con él, besarle, hacer el amor… Cualquier cosa que nos incluya a los dos. Me pierdo en el beso y él, rápidamente, me empieza a quitar la ropa. Pero cuando me quita el jersey un escalofrío me recorre todo el cuerpo.
- Hace mucho frío.- digo abrazándome fuerte a él.
- Espera que enciendo la calefacción.- dice buscando qué botón apretar.- aunque yo ya desprendo suficiente fuego como para que te quemes, muñeca.- dice guiñándome un ojo.
- Ya lo noto, ya.- digo riéndome. Mientras calienta la habitación, le abrazo por detrás y meto mis manos debajo de su jersey.
- ¡Estás helada!- dice separando mis manos.
- Tú estás calentito.- digo riéndome.
- Joder, todo el calentón me lo has quitado con esas manos heladas.
- No te preocupes, que ahora te vuelvo a calentar.- digo acercando mi cara a la suya y dándole un beso. A él en seguida se le olvida lo frías que estaban mis manos y no se queja cuando, después de quitarle el jersey por la cabeza, las poso en su pecho desnudo. Así, mientras la habitación se va caldeando, nosotros también lo hacemos. Caemos en la cama entre risas, encima de la ropa que nos hemos quitado y rodamos dándonos besos por allí y por allá. Pero cuando la temperatura está demasiado alta, Dani nos da una última vuelta y se queda encima de mí. Mirándome a los ojos mientras hacemos el amor, de una manera que me emociona y me hace pensar que es lo único que necesito en la vida: tener así, sentirle así de cerca, y sentir esta felicidad que solo él puede darme.
Se tumba a mi lado cansado y yo le miro feliz. Tiene los ojos cerrados, pero su cara está muy cerquita de mí. Paso mi mano por su cara, y él en seguida abre los ojos y me mira. Sonríe, con esa sonrisa suya que me mata por dentro, y yo le devuelvo la sonrisa.
- Te quiero.- me dice.
- Yo también te quiero.- le contesto. Cuando voy a besarle, oímos unos golpes en la puerta.
- Mierda.- dice Dani. Se levanta corriendo y empieza a vestirse.- ¡Voy!- yo me levanto también corriendo y me visto. Como el acaba antes, me dice que me encierre en el baño. Ahí voy, y aprovecho para mirarlo, porque con tanta prisa ni lo habíamos visto. Oigo la voz de una chica fuera, la misma que nos acompañó a la habitación. Oigo a Dani y oigo cerrarse la puerta. Me doy cuenta de que tenemos jacuzzi. Anda que no se va a poner este contento cuando se entere. Abro la puerta y asomo la cabeza.
- ¿Puedo salir ya?
- Sí, nos han traído la cena.
- Bien, porque tengo hambre.- digo sonriendo.
- ¿Te gustó el baño?
- Sí. Tiene jacuzzi.
- ¿No? ¿En serio?- dice emocionado como un niño pequeño y corre a verlo. Yo miro que nos han traído en el carrito, y veo chuletas con patatas fritas (que conste que iba a poner papas pero la mayoría, por no decir todas, las que me leéis sois de la península jajajajajajaja), otra botella de champán, fruta, y natillas. Lo cojo todo y lo pongo en una mesita que tenemos al lado de la cama. Dani sale del baño y me ayuda.
- Qué pinta tiene todo, ¿no?
- Sí. Además tengo hambre.- repito.
- Pues venga, vamos a comer.- dice abriendo la botella de champán.
Empezamos a comer y de repente interrumpe nuestra conversación el sonido de un teléfono…