Capítulo 42: Sube a mi cohete

- ¿Cómo puedes pensar que estando contigo me liaría con otra?

- “No soy hombre de una sola mujer”

- Para mí tú no eres solamente “una mujer”. Eres “la mujer”. No necesito a nadie más si estoy contigo, Anna, pero parece que te cuesta mucho creer eso.- soy yo la que se queda callada ahora. Claro que me cuesta creer eso. Porque en el fondo sé que él es perfecto, y que no me merezco estar a su lado. Porque aunque sea un imbécil muchas veces no puede ser mejor persona, no puede ser más cariñoso ni más cuqui.- te quiero, Anna. De verdad que sí. Y no puedo hacer nada para que te entre eso en tu cabecita.- dice dándome un golpe cariñoso encima de la cabeza. Me agarra el rostro con sus dos manos y me da un beso muy suave, tanto, que casi ni lo noto.- eres todo lo que he soñado siempre, lo que siempre soñé que quería tener en mi vida. He cometido errores, y seguramente los seguiré cometiendo, porque soy un imbécil. Pero nada nunca cambiará lo mucho que te quiero. Y lo que significa para mí que una chica como tú esté con un imbécil como yo. Eres preciosa, eres la más cuqui de todo el universo, y no puedo desear otra cosa en mi vida que ver tus ojos cada mañana, tan azules, tan preciosos, que se me corta la respiración.- se ríe como si le diera vergüenza todo lo que me está diciendo y yo sonrío.- sabes que no me gusta ponerme así de tonto, pero quiero que te quede claro. Me encanta tu sonrisa, cuando sonríes todo se ilumina. Y no quiero que pierdas nunca la sonrisa. Por nada del mundo.

Decido callarle con un beso, lo que ha dicho es suficiente para que se me caliente el corazón y se me derrita. Le abrazo fuertemente y él se agarra a mi cintura. Rápidamente abre su boca sobre la mía y nuestras lenguas se entrelazan. Hacía tiempo que no nos dábamos un beso así. No es solamente un beso de amor, es un beso de pasión, de ganas de respirar el mismo aire que respira el otro. Mi mano se desliza por su camiseta, para acariciarle su espalda por debajo. Él hace lo mismo, acariciando mi vientre. Nos separamos el tiempo suficiente para quitarnos las camisetas y volvemos a besarnos. Dani se separa y empieza a besarme el cuello, produciéndome un escalofrío por todo el cuerpo. Empieza a desabrochar mi sujetador, mientras yo le desabrocho los pantalones. Volvemos a besarnos en la boca y yo lo atraigo hacia mí para llevarlo a mi habitación, pero Dani me desabrocha mis pantalones y me agarra por el trasero para que le rodee su cintura con mis piernas. Yo obedezco, claro, cómo voy a resistirme. Y me apoya contra la puerta de la calle. Se separa un momento de mí y me mira a los ojos mientras empieza a hacerme el amor. Y así, con nuestras respiraciones agitadas, tan cerca que parece que respiramos y devolvemos el mismo aire, y mirándonos a los ojos, hacemos el amor de la mejor manera que puedo recordar. Después Dani nos lleva a mi cama, me tumba y empieza a besarme el cuello, bajando por mi pecho hasta llegar a mi tripa. Le agarro la cara y le doy otro beso y así nos pasamos toda la noche teniendo cada uno lo mejor que puede sacar del otro. A las 7 de la mañana caemos rendidos, y nos quedamos dormidos abrazados.

Me despierto yo primero, porque oigo el despertador. Dani parece que está profundamente dormido, porque ni se inmuta. Lo apago y me levanto. Me ducho y me pongo a preparar el desayuno para llevárselo a la cama, pero oigo el agua de la ducha. Cuando estoy poniendo las tostadas en un plato me abraza por detrás.

- Buenos días, rubia.

- Buenos días.- digo sonriendo. Me besa en el cuello y se separa. Me doy la vuelta y le doy un pico.

- Tienes que ir con bufanda hoy.

- ¿Qué?

- Creo que te he hecho un chupetón en el cuello.- dice con cara de poco arrepentido.

- ¡¿Qué?!- voy corriendo hacia el espejo que tengo en la entrada y me miro. Ahí está, un chupetón difícil de disimular.- ¿Cómo coño voy a disimular esto en el plató? No es muy normal que vaya con bufanda.

- Tampoco pasa nada, eres libre de que un chico te muerda el cuello.- dice sentándose y empezando a desayunar.

- Joder, joder, joder.- digo corriendo a mi dormitorio. Saco el maquillaje y me lo maquillo. Parece que se disimula totalmente y respiro más tranquila.

- Tampoco es para tanto.- dice desde el marco de la puerta.

- Eres imbécil. Ni que tuviéramos 15 años.

- Para morder el cuello uno siempre es joven.- dice sonriendo. Yo no puedo evitar reírme con la cara que pone.

- Esperemos que nadie se dé cuenta. Sobre todo las fans que se fijan en todos los detalles.

- Bueno, tampoco van a saber que te lo hice yo.

- Ya. Pero me da vergüenza ir por ahí con un chupetón.

- A mí me gusta, esta noche te hago otro.- dice acercándose a mí y besándome.

Llegamos a plató y yo me voy a mi camerino a leerme el guión. Además, no quiero encontrarme con nadie en maquillaje, sobre todo con Cris. Llaman a mi puerta. Hablando del Rey de Roma.

- Hola Cris, pasa.

- Hola Annita. Quería disculparme por el momento de ayer. Me terminé arrepintiendo. No soy nadie para pedirte que no seas amiga de Dani.

- No te preocupes. Siento que estés enamorada de él y que él tenga novia.

- ¿Sigue con ella?

- Sí, eso me dijo esta mañana.

- Vaya…. Bueno, no me queda de otra que seguir esperándole.

- Eres muy joven todavía, Cris, aparte de guapísima. Habrá tantos tíos tocando a tu puerta, que no pierdas tu tiempo esperando por este imbécil.- digo riéndome.

- También tienes razón.- dice sonriéndome.- Gracias, Anna, por ser sincera conmigo.- me da un beso y se va. Yo suspiro, sintiéndome un poquito mal. En el fondo se le ve que es buena niña. O eso parece. Salgo hacia maquillaje y gracias a dios solo está Dani.

- Hola cuqui.- dice sonriéndome. Me siento a su lado y se espera a que terminen de maquillarme. Salimos y cuando ve que no hay nadie en el pasillo, me agarra de la mano y vamos a nuestro rincón en la terraza. Allí, se cerciora de que no haya nadie y me besa.

- Anoche nos quedamos sin noche temática, tenemos que pensar en algo.

- Si vamos a esta velocidad con las noches temáticas, nos quedaremos sin temas.- digo riéndome.

- Ya sé, vigilantes de la playa.

- No voy a ponerme un bañador rojo, tenlo claro.

- ¿Qué te cuesta?- dice haciendo pucheros.

- ¿Acaso no te pongo así como estoy?

- Tú me pondrías hasta con una bolsa de basura puesta, cuqui.- dice besándome apasionadamente.